Es curioso. Si entras en internet en busca de información sobre la adolescencia, todo lo que encuentras es caos y descontrol. Pero no solo en internet, también en la calle: ¿Con qué se asocia la adolescencia? Consumo de alcohol, abusos, drogas, peleas, fracaso escolar, vandalismo y demás desastres. Pero, ¿es esta mala prensa real?
La adolescencia es una creación biológica y cultural, que podemos definir como un periodo de transición al mundo adulto. ¿Es esta definición sinónimo de catástrofe? Todas esas connotaciones negativas que se le dan a este periodo evolutivo solo consiguen que los adolescentes interioricen este mantra y terminen por mantener actitudes que corroboran estas ideas prejuiciosas, que en realidad, carecen de rigurosidad científica. “Si la adolescencia es igual a conflicto, entonces tengo derecho a hacer lo que quiera”. Y así es como se cumple la profecía…
¿QUÉ ES CARACTERÍSTICO DE LA ADOLESCENCIA?
- Deseo de autonomía e independencia. Los adolescentes quieren libertad, lo ven como un valor absoluto, sin matices; los padres quieren una autonomía responsable. Uno de los aprendizajes más difíciles es saber vivir en libertad.
- Búsqueda de la identidad. La están construyendo y esto provoca que tengan poca coherencia en muchos planteamientos, que tienen muchas dudas y criterios poco definidos. Cambian constantemente de opinión. Esto produce mucho estupor a los padres, que creen que están en una especie de montaña rusa. Ellos están buscando, experimentando y decidiendo quienes quieren ser.
- Curiosidad y búsqueda de sensaciones. Los adolescentes buscan ampliar su mundo a través de nuevas experiencias. Es normal evolutivamente hablando y es adaptativo. Sin embargo, los padres sólo ven el peligro de que caigan en conductas de riesgo. Los adolescentes necesitan de sus padres seguridad, límites y comprensión ante posibles malas experiencias, pero también el aliento, impulso y aplauso para que descubran, exploren las infinitas posibilidades que nos proporciona la vida.
- Importancia de sus iguales. Los padres se sienten abandonados. Lo cierto es que los adolescentes siguen necesitando la guía y el afecto de sus padres, pero de otra manera distinta a la de su infancia.
- Preocupación por la imagen corporal y cambios físicos.
Todo esto hace más propenso al adolescente a construir muros donde no deja entrar a sus padres. Resaltamos la importancia de ver más allá de estos muros y hacer una buena detección de qué es lo que de verdad afecta al joven.
EDUCAR A UN ADOLESCENTE
- Detectar cuando y en qué situaciones elevan ese muro. Esto se puede ver en la distancia que provocan respecto a sus padres o en los comportamientos extremos. También lo pueden expresar con la comunicación no verbal y con comportamientos incoherentes. Todo esto es una llamada de atención inconsciente, en busca de alguien que les ayude a pasar por el complejo proceso en el que se encuentran.
- Encontrar el ladrillo suelto, es decir, ver dónde está el problema y coger el martillo para repararlo con amor, confianza y respeto.
¿Cómo responden nuestros hijos adolescentes a nuestras muestras de amor? ¿De qué otras formas podríamos mostrarlo? ¿Cómo llegamos a confiar en las personas en las que confiamos? ¿Cómo podemos generar más confianza en nuestro hijo adolescente? ¿Cómo mostramos a nuestros hijos que les respetamos?
Algunas ideas. Aprovechar para hacer de las cenas un rato agradable, hablando de cosas que interesen a todos, evitando aprovechar estos momentos para “sermones” sobre lo que no ha ido bien en el día, repartir con ellos tareas y responsabilidades domésticas, limitar el uso de la tecnología, dar a todos la oportunidad de compartir…
Los límites y las normas, son importantes
Pero no establecidos de cualquier manera ni a cualquier precio. Conviene revisarnos las formas en las que ejercemos la disciplina. Algunas ideas:
- Establecer expectativas claras, no se pueden dar ideas vagas que puedan confundirlos.
- Ser coherente con la responsabilidad.
- Expresar gratitud con generosidad, hay que reforzar los buenos comportamientos.
- Corregir en privado, nunca ante sus amigos o hermanos, ya que puede tener un resultado completamente opuesto.
- Sobretodo tener confianza.
LOS PESADOS LADRILLOS CON LOS QUE EL ADOLESCENTE ADOPTADO CONSTRUYE SU MURO PARTICULAR
De nuevo, a la hora de buscar información nos encontramos con datos que asustan, estadísticas que afirman que los adolescentes adoptados muestran más dificultades que los no adoptados. Pero en este punto hay que tener en cuenta que estos jóvenes, sobre todo aquellos que corresponden a adopciones especiales, habitualmente tienen una historia de vida más compleja que otros que se hayan mantenido en su familia de origen.
Antes que adoptados son adolescentes. Y es en este momento cuando empiezan a preguntarse respecto a ciertos temas: la genética o el sentido de pertenencia, por ejemplo.
Todo adolescente tiene que asumir un duelo. Su cuerpo empieza a cambiar pero cambia según su genética; cuando el no adoptado empieza a desarrollarse sus rasgos son similares a los de la gente que le rodean. Tiene el modelo familiar que le hace tener un sentido de pertenencia, algo que puede no manifestarse igual en las personas adoptadas. El físico no le devuelve un sentido de pertenencia a la familia, le abre más interrogantes ¿a quién me parezco? Y ahí pueden volver a aparecer las fantasías con los padres biológicos, porque su cuerpo se transforma según su genética.
Eso con frecuencia abre la puerta nuevos interrogantes sobre sus orígenes. Se pueden ver reflejados en personas de su propia etnia pero a la vez observan formas de vida y costumbres que ellos no tienen. Aunque compartan su aspecto físico. Se encuentran con un problema interno y externo: no se parecen a sus padres ni a sus amigos; empieza a tomar mayor peso el soy diferente y la etiqueta que en ocasiones les pone la sociedad, identificándolos como inmigrantes.
Todo esto produce cambios y transiciones en su vida. Es uno de los momentos claves de la búsqueda de orígenes.
A pesar de todas estas particularidades hay que tener en cuenta que no por el hecho de ser adoptado hay una mayor “peligrosidad” en relación a la manifestación de síntomas más severos en la adolescencia. Aunque sí hay que estar atentos en esta época de nuevo a otras cuestiones que pueden revolverse: su historia de vida, los factores que les llevaron en su momento a ser adoptados, etc. Los términos adopción y “mala adolescencia” no tienen por qué ir unidos. Para que así sea, nada mejor que estar pendiente en la atención de estas necesidades de identidad y construcción que sabemos son críticas en esta etapa.
Rocío Garmilla– Estudiante en prácticas de Psicología